lunes, 29 de noviembre de 2010

SONREÍ, QUE VIENE GENTE

Amiga: ¿Sabes algo de él?...
preguntó inocentemente. Y bastó eso para que en su interior se desatara una escena dantesca...

La estratega intentó inútilmente ensayar algunas repuestas con aquellas viejas tácticas con las que solía salvar situaciones, mantener las facciones neutras, disimular, pero no encontró las acertadas porque alguien ya le había "quemado los libros".

La romántica deliraba frases incoherentes en torno a las "tres marías" que Dios había tatuado con una constelación de lunares en su cara.

Ni siquiera la guaranga se salvó, que era la más pragmática y sabía como dar vuelta la página: se le agolparon en su memoria las escenas y su piel erizada clamaba que extrañaba esas siestas en penumbras.

Sin embargo, sólo alcanzó a relajar las comisuras de sus labios y pudo responder simplemente...

María: no, no supe nada más de él...


Las matrioskas suspiraron aliviadas, después de todo a veces basta la respuesta de una sonrisa.

martes, 2 de noviembre de 2010

A MI MANERA.

-La romántica, dando saltitos: ¡Me encanta! ¡¡Quiero      conquistarlo!! Le escribí una canción… ¿Querés escucharla?
-La guaranga:  ¡No, gracias!… creo que es suficiente con que le digas que ‘ta más juerte que mermelada de ajo…
- La romántica: ¿Le hago un pasacalles con una frase bien bonita? ¡Quiero gritar lo que siento a los cuatro vientos!
- La guaranga: naaaa, para eso mejor probá con lencería erótica.
- La patética (que es la romántica pero ya alcanzo otro nivel): quizás podría escribirle un poema usando las comparaciones, por ejemplo:
“Su cabeza es un lingote de oro puro,
sus cabellos son ramas de palmera,
Sus ojos son dos palomas
junto a una corriente de agua,
Sus mejillas son canteros perfumados,
almácigos de hierbas aromáticas.
Sus labios son de mazapán
Su paladar rebosa dulzura
y todo en él es una delicia.”

La guaranga:  ¡Eso no es un hombre, es un mostro! No quiero un príncipe azul, quiero un revolucionario,  pero no de esos que con dos ramitas se creen Guevara sino uno que juegue con colores y me regale un arcoíris, que se anime a ir contra el sistema aún desde una sonrisa, y que me haga feliz desde lo más simple como un beso en mi nariz.

-*-

La dejó muda… después de todo, aunque la subestimaran, ella sabía lo que quería y sabía hacerlo aunque… muy a su manera.