jueves, 3 de mayo de 2012

Infinitesimales

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La Romántica: “¡Anda!, posa para mi. Déjame hacer este momento, eterno.”
La estratega: “Un poco más de luz desde la izquierda resaltaría su maxilar.”
La indecisa: “¿Y si le pido que mire la cámara? Mejor no, me pondría incómoda…”
La estratega: “… Pero le daría un toque especial, incluiría al espectador.”
La romántica: “Además te miraría, aunque sea a través del lente.”
La guaranga: “No te gastes, aunque te vea nunca te mira, no nos registra. ¿Y si le digo algo inesperado, para tener una expresión suya? Por ejemplo… ¡Apocalipsis!… ¡Now!”
La romántica: “Quisiera registrar tanto brillo en esa mirada…”
La estratega: “¡Lo que daría por ver de nuevo esa sonrisa!”

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María en cambio, permanecía inmutable…
Sólo se veía que ella posaba su mirada un instante, levantaba la cámara, ajustaba el encuadre y obturaba…
Una fracción de segundo, un abrir y cerrar de diafragma, un infinitesimal de tiempo en el que por la cabeza de María pasaba de todo…

Y luego, tiempo después al reveér la foto, podía recordarlos… pero nadie siquiera lo imagina.

Supone que, así como a ella le despiertan tantas cosas, a alguien más podría pasarle lo mismo… que una imagen desate miles de caminos.

Es por eso que se dedica a coleccionar infinitesimales…