Avanzaba al encuentro, caminando a las chuequeadas sobre los zapatitos rojos.
Miraba sorprendida. Esperaba un momento. Sonreía picarona.
Volvía a emprender la marcha.
Acortaba distancias con cautela
Volvía a emprender la marcha.
Acortaba distancias con cautela
como quien lo hace ante lo desconocido. Por momentos incluso, temerosa, quietecita quedaba y dejaba que se acercara.
Me miró a los ojos espejando mi alma, y sólo atiné a disparar para eternizar el momento.
No pierdas, mi niña, la predisposición a mirar y ver, aún a la distancia y sobre las apariencias;
ni de avanzar aunque no estés segura en tus pasos;
tampoco la capacidad de sorprenderte a pesar de estar frente a lo que ves a diario…
quizás ahí se esconde, justamente en lo sutil, lo relevante.
Mucho menos la frescura de tu sonrisa inevitable;
o el coraje de retomar, reinventar, redefinir…
tampoco la capacidad de sorprenderte a pesar de estar frente a lo que ves a diario…
quizás ahí se esconde, justamente en lo sutil, lo relevante.
Mucho menos la frescura de tu sonrisa inevitable;
o el coraje de retomar, reinventar, redefinir…
Y si lo haces, siempre puedes encontrarla, reencontrarte: obturando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario